Impactando a la Sociedad y el Medio Ambiente

Estado de la Política Monetaria en Colombia

Cambio de rumbo de la Política de Monetaria

El mundo entra en una etapa de normalización monetaria después de los esfuerzos realizados por cada Gobierno y Banco Central para mitigar los impactos de la pandemia sobre la economía.No obstante, este cambio de ciclo se presenta en medio de temores inflacionarios por el aumento de los precios de los commodities y las disrupciones en las cadenas de suministros alrededor del mundo, como consecuencia de una rápida recuperación en la demanda mundial de insumos y una oferta mermada por la crisis de la pandemia. Lo anterior ha provocado que, en economías desarrolladas, las autoridades monetarias anticipen su cambio de postura de política monetaria para el 2022, suscitando que estos riesgos inflacionarios puedan tener impactos sobre el crecimiento económico en el mediano plazo. Para América Latina la historia es algo diferente, si bien las afectaciones sobre las cadenas de suministro se han indexado sobre algunos bienes importados, la incertidumbre política y fiscal ha conllevado a reducciones en las calificaciones crediticias, derivando en depreciaciones de las monedas por las salidas de capitales y en un efecto pass-through de esa depreciación sobre los precios de insumos traídos del exterior. Esto ha acelerado los ajustes de política monetaria en países como Chile, Perú, Brasil y México. En el caso colombiano, el Banco de la República empezó el ciclo contractivo de política monetaria en septiembre, bajo un contexto diferente que el de sus pares de la región y el cual se describe a continuación:

El 2020 cerró con una inflación históricamente baja en el 1,61% y empezó a mostrar señales de recuperación en los primeros meses del 2021 a medida que se reversaron las políticas adoptadas por el Gobierno para aliviar los costos de los colombianos , la recuperación económica comenzó a coger tracción y fueron aumentando los precios del petróleo. Sin embargo, el país tuvo un choque derivado del paro nacional vivido entre mayo y junio de este año, el cual impactó la cadena de abastecimientos de alimentos en el país y diferentes sectores productivos. De igual manera, los problemas de orden social y el rechazo de la primera reforma tributaria desencadenaron en una depreciación del tipo de cambio que se transmitió a los insumos de los alimentos procesados, presionando al alza aún más los precios. Actualmente, más del 40% de la inflación total está explicada por el comportamiento de los precios de los alimentos y se espera que en segundo trimestre de 2022 comience a diluirse los efectos de los choques del paro nacional y del tipo de cambio. Con base a lo anterior, el mercado espera que la inflación se ubique alrededor del 4,9% en diciembre de 2021 y que converja dentro del rango meta del Banco Central (2% - 4%) para finales de 2022.

Es importante resaltar que las expectativas de inflación están ancladas para 2022, debido a que esto es un elemento clave al momento de las decisiones de aumentos en la tasa de interés. Un cambio en las expectativas de inflación conllevaría a ajustar el ritmo del ciclo de la política monetaria, acelerándolo o haciéndolo más gradual.

En cuanto al crecimiento económico, el Indicador de Seguimiento de la Economía (ISE) muestra como la actividad económica se ha recuperado desde las caídas más pronunciadas del 2020, cuando se entró en el aislamiento más estricto. Con la reapertura sectorial, el plan de reactivación del Gobierno y los avances en el plan de vacunación mejores de los esperados, la actividad económica alcanzó nuevamente los niveles de producción prepandemia. Los últimos datos del ISE ubican el crecimiento del país por encima del 10% a medida que se van diluyendo los efectos de base estadística de 2020, esto indicaría que, si el país mantuviera estos niveles de actividad económica, el crecimiento del PIB para 2021 sería superior al 9%, muy por encima de las estimaciones del Gobierno y en línea con lo esperado por el Banco Central (9,8%).

Estos resultados de actividad económica también sugieren que el país se ha recuperado mejor de lo esperado de la crisis económica por el coronavirus y que los estímulos se pueden ir retirando. Hay que tener en cuenta que un sobrecalentamiento de la economía puede derivar en mayores presiones inflacionarias y en aumentos de la tasa de interés para frenar este comportamiento.

Con base en lo anterior, el mercado está esperando que la tasa de intervención se ubiqué en 2,75% al finalizar el 2021 y que en 2022 haya un incremento de entre 1% y 1,25% (la tasa de ubicaría entre 3,75% y 4%). Este ritmo de aumentos dependerá de la evolución de la inflación y del desempeño de la economía. Factores de riesgo como el Fenómeno de la Niña, cierres de vías y la indexación de precios con la inflación de 2021 podría presionar al Banco Central a considerar mayores aumentos. También hay que tener en el radar el periodo electoral del próximo año, debido a que la incertidumbre política podría tener impactos sobre la tasa de cambio vía calificación crediticia y situación fiscal del país, lo que presionaría al Banco Central a actuar para tranquilizar la salida de flujos del país.